Intervención y priorización en el campo colombiano: Una mirada a través de programas de microfinanzas en zonas rurales

 Por Mauricio Mendoza Quesada:

 Cualquier iniciativa que busque apoyar a los productores agropecuarios merece ser acompañada para así poder generar nuevos proyectos que redunden en beneficios para ese 22% de la población que habita en las zonas rurales de Colombia. El proyecto de microfinanzas agropecuarias generado por la Fundación Alcaraván, con el acompañamiento de Partners of the Americas y su programa Farmer to Farmer, del cual hice parte como voluntario, es un excelente ejemplo de ello. Bienvenidas las ideas que busquen fomentar un mejor desarrollo rural y una mejor calidad de vida de los productores del sector agro en el país.

La agricultura en Colombia ha disminuido su participación en el Producto Interno Bruto de forma sostenida durante los últimos 50 años y actualmente se sitúa en valores entre el 5% y 7%, pero aún continúa siendo una actividad primordial que, en el 2020, en medio de la pandemia del COVID 19, logró un crecimiento del 6,8%. Existen diversos elementos explicativos de la situación actual, así como innumerables diagnósticos del sector que dan cuenta del atraso y de las dificultades que constantemente experimentan los habitantes de las zonas rurales del país. Aun así, cerca del 50% de la población que habita en zonas rurales sufre de pobreza. Este, en particular, debería ser un llamado a la acción.

En mi criterio, también existe un consenso en torno a las necesidades de intervención y priorización para lograr sacar al campo del atraso generalizado que tiene para que así pueda convertirse en generador de riqueza y en jugador de peso a nivel internacional. Si bien debe entregarse prelación a los bienes públicos tales como asistencia técnica; infraestructura; sanidad agropecuaria; Tics; y la ciencia, la tecnología y la innovación, también deben realizarse intervenciones sobre el sistema de soporte del sector para generar dinámicas virtuosas y encadenamientos productivos que funcionen. En particular, es necesaria la intervención del Estado y del sector privado en el sistema de crédito agropecuario en el país, de forma que se promueva la bancarización de los productores, se fomente el ahorro y la educación financiera y exista amplia oferta de crédito especializado para el sector agro, con particular foco en los pequeños productores.

La Fundación Alcaraván actualmente está diseñando un programa de microcrédito rural que busca poner a disposición de los proyectos agropecuarios que están en su zona de influencia en el departamento de Arauca. Específicamente, la iniciativa busca diseñar programas de crédito rural dirigidos a líneas productivas específicas presentes en el departamento, en donde adicionalmente se cuente con características en términos de periodo de gracia, modalidades de pago y tiempos de amortización ajustados a las líneas seleccionadas. Sin duda es un proceso que requerirá de modificaciones a lo largo del tiempo pero que podrá beneficiar de forma amplia a la economía regional.

Las transformaciones requeridas en el agro colombiano están asociadas tanto a procesos estructurales en algunas políticas públicas como también a pequeños procesos que logren corregir algunas fallas de mercado existentes. La oferta de microcrédito debe ser ampliada de forma constante y sostenible para que, junto con los procesos de asistencia técnica, los diferentes tipos de productores rurales logren producir más producto y con mayor calidad. En esencia, es la disponibilidad de una adecuada infraestructura institucional de soporte y un mercado dinámico lo que permitirá mejorar la calidad de vida de los habitantes del campo.

Finalmente, agradezco especialmente al personal de la Fundación Alcaraván y de Farmer-to-Farmer con Partners of the Americas por la oportunidad e invito a todos aquellos que deseen aportar a un mejor desarrollo rural para que se sumen a esta o a cualquier otra iniciativa que lo permita y promueva.